Los aguiluchos cenizos son aves rapaces con un alto comportamiento social, mostrando comportamientos territoriales dentro de sus propias colonias, pero no en sus zonas de caza o de dormideros comunales.
Sus estrategias reproductoras los llevan en ocasiones a juntarse en agrupaciones de hasta 30 parejas. Siendo lo más común las semi-colonias, de entre 4 y 7 parejas. El tamaño óptimo de las mismas va a depender de diferentes factores. Entre ellos, la competencia por la comida y las molestias con los vecinos. Todos en el mismo edificio, pero cada uno en su casa…
En otras circunstancias los aguiluchos deciden criar de manera aislada, en hábitats menos propicios o en situaciones poblacionales más al límite, sin olvidarnos de la idiosincrasia de cada ave. Ambas estrategias presentan ventajas e inconvenientes.
En nuestra campiña gaditana tenemos ambos ejemplos, diferentes estrategias que dependen de factores muchas veces difícil de cuantificar sin un seguimiento concienzudo a largo plazo.
La reproducción colonial o semi-colonial incrementa el nivel de seguridad. El disponer de un ejército de ojeadores para detectar depredadores reduce altamente el riesgo de que el propio nido sea el asaltado. El esfuerzo real en defensa disminuye individualmente entre la fuerza de la colectividad del grupo. El ataque pandillero, confunde al depredador, reduciendo su atención en una sola presa.
En estas colonias suelen estar presentes ejemplares no reproductores, aves inmaduras que aportan al grupo su incalculable bravura y su agresividad desmedida frente a los intrusos.
Está descrito que el nivel de depredación en nidos aislados es 4 veces mayor que en parejas coloniales.
Por otro lado, en las reproducciones coloniales, el riesgo de que existan cópulas externas a la pareja aumenta, lo que implica una mayor dedicación a la salvaguarda genética. Se ha constatado un mayor número de cópulas entre parejas coloniales que entre parejas aisladas.
Otro inconveniente de la colectividad es la mayor competencia por el alimento, haciendo que en muchas ocasiones los territorios de caza sean mucho mayores que en los de parejas aisladas.
El número de disputas vecinales es un gran inconveniente, sobre todo entre las hembras que pasan mucho más tiempo en los territorios.
Las parejas aisladas deben ser más discretas para evitar ser fácilmente atacadas por zorros, milanos, peregrinos o cuervos. Los machos de estas parejas se van a cazar más tranquilos, sus territorios más pequeños les permiten estar más tiempo en casa. Pero cuando no están, las hembras se quedan más indefensas ante las molestias de los intrusos. Al abandonar el nido para defender el territorio u otro menester, éste queda expuesto a cualquier otro predador. Las disputas vecinales también desaparecen, favoreciendo la concentración en la crianza.
En esta modalidad, se echa de menos el aprendizaje social, donde las aves dominantes enseñan al resto de la comunidad los lugares de caza, los posibles depredadores, las zonas óptimas de reproducción y otras cuestiones de valor incalculable.
Un frágil equilibrio entre la autodefensa y el pandilleo.
Muchas veces es mejor estar solo que mal acompañado y en otras nada es posible sin los amigos.
Para saber más os dejamos estos dos interesantes artículos:
- Behav Ecol Sociobiol (2001) 50:109–115. Beatriz Arroyo · François Mougeot Vincent Bretagnolle. Colonial breeding and nest defence in Montagu’s harrier (Circus pygargus)
- Belg. J. Zool. (2008), 138 (1): 36-40 Jarosław Wiącek. Benefits and costs of semi-colonial breeding in the Montagu’s Harrier (Circus pygargus)