Son tiempos extraños, complicados para todos, y la pandemia del COVID-19 también ha tenido efecto en nuestra organización y en la forma en la que hasta ahora trabajábamos. A finales de marzo, la nueva situación de confinamiento nos obligó a dar un paso más y pensar alternativas para seguir trabajando en la recuperación del aguilucho cenizo en la Janda.
La pandemia mundial ha coincidido con uno de los momentos más críticos en el ciclo vital de las aves de nuestros campos, la época de reproducción, y hoy más que nunca necesitamos ser creativos y estar coordinados para proteger a nuestros aguiluchos.
Las redes sociales, las videollamadas, el uso de apps para móviles o el teletrabajo han sido herramientas fundamentales para mantenernos conectados y coordinar nuestras acciones de conservación en 2020.
Redes sociales
A principios de abril, durante los días más duros del confinamiento, nuestro grupo de WhatsApp era un hervidero de ideas y propuestas. Como resultado de esta lluvia de ideas, decidimos solicitar un permiso especial para que un número reducido de miembros de nuestra organización pudiera salir al campo y realizar las tareas de seguimiento y localización de parejas reproductoras ya que la actividad agrícola (sector primario) no podía cesar por razones obvias.
Teníamos claro que la seguridad y la salud de nuestros equipos debía ser lo primero, y por ello esta solicitud de permiso especial en época del COVID-19 iría acompañada de un Procedimiento de Trabajo Seguro en el que se detallaba las medidas que se iban a seguir en función de las recomendaciones de las autoridades sanitarias vigentes en aquel momento. De nuevo, gracias a nuestras redes sociales, coordinamos el trabajo para que las personas con mayor experiencia en prevención de riesgos dentro de Tumbabuey pudieran redactar este documento que considerábamos de vital importancia para hacer nuestro trabajo con todas las garantías de seguridad y salud.
Registro telemático
Ya teníamos la documentación necesaria para obtener el permiso especial para realizar el seguimiento de los aguiluchos cenizos, el siguiente paso era solicitarlo a la administración competente de forma oficial. En esos días, todo desplazamiento que no fuera de trabajadores del sector primario estaba prohibido, lo cual nos impedía ir a una oficina del registro para entregar nuestra solicitud. La única alternativa que teníamos era realizar la petición a través del registro telemático usando el certificado digital de Tumbabuey y gracias a ello nos concedieron el permiso especial COVID19 para que nuestros equipos de seguimiento pudieran salir a hacer el trabajo.
Entre otras cosas, a finales de abril este permiso especial COVID-19 nos permitió localizar por primera vez dos aves liberadas dentro de nuestro programa de liberación de aves rescatadas: HT3 y HT5 ¡Era una gran noticia!.
También pudimos colocar nuestras cámaras de fototrampeo en las colonias de reproducción lo que nos ha servido de gran ayuda para la identificación de ejemplares anillados y para conocer la composición de las parejas allí presentes. Estos dispositivos realizan un gran trabajo de manera no intrusiva, facilitando información muy difícil de obtener con bajos recursos de voluntariado a pie de campo.
Videollamadas y apps para móviles
Con el permiso especial COVID-19 concedido ya podíamos salir al campo a realizar el seguimiento de las parejas reproductoras de aguiluchos cenizos, pero aún necesitamos que los equipos tomaran los datos de campo de manera estandarizada y coordinada. Para ello, organizamos una sesión de formación online a través de videollamada en la que enseñamos a nuestros compañeros cómo usar en el móvil las aplicaciones que desde el año pasado estamos utilizando para la captura de datos de forma digital.
Teletrabajo
Mayo es un mes intenso en la recuperación del aguilucho cenizo. Es en este mes cuando tenemos que trabajar codo con codo con los agricultores para proteger los nidos localizados en las semanas previas.
La principal medida que utilizamos para proteger los pollos que nacerán este año consiste en dejar sin segar una superficie de pasto alrededor de los nidos y compensar a los agricultores por ello. Es lo que denominamos actuaciones.
A la hora de definir estas actuaciones, la clave es encontrar el equilibrio entre la superficie de la actuación y la compensación económica que podemos ofrecer al agricultor. Gracias a nuestras aplicaciones móviles, miembros de Tumbabuey que residen en otras provincias andaluzas tienen acceso en tiempo real a los datos que los equipos de seguimiento están capturando sobre el terreno, lo que les permite evaluar la información y desarrollar varias alternativas de actuaciones para proteger los nidos de esta temporada con la ayuda de los Sistemas de Información Geográfica.
La posibilidad de teletrabajar nos permite diseñar varias alternativas de actuación de manera rápida que los equipos de campo comparten con los agricultores y que, tras llegar a un acuerdo de colaboración, finalmente se plasma sobre el terreno en una actuación real que protegerá a la nueva generación de cenizos de morir bajo las cosechadoras o de posibles depredadores.
El lado positivo de esta experiencia
El no haber bajado los brazos ante el COVID-19, nos ha servido para resolver de una manera eficiente, la difícil situación que vive la población más sureña de aguiluchos cenizos de Europa. A día de hoy todas las parejas de nuestra zona de trabajo en la comarca de la Janda, siguen su ciclo reproductor de una forma segura gracias al trabajo coordinado durante el confinamiento.
Al igual que otras organizaciones del sector público y privado, en Tumbabuey nos hemos tenido que adaptar a los nuevos retos derivados del COVID-19 para seguir protegiendo a esta rapaz. Una experiencia que nos ha servido para reinventarnos y aprender nuevas formas de trabajar juntos en una época de aislamiento social.